20.8.13

La vida nada más que tiempo.

El cerebro sincroniza los estímulos para construir nuestra imagen del mundo, recibe datos provenientes de los distintos sentidos y los organiza en un solo acontecimiento. Si aplaudo, por ejemplo, la imagen de las manos y el sonido llegan en distintos momentos al cerebro que los ordena para constituir en mi presente un solo suceso. Incluso la experiencia de la muerte la atravesamos inconscientes, sucede antes el fallecimiento que el recorrido neuronal para percibir ese evento.  A partir del estrés que sobreviene con la muerte, el cerebro secreta glutamato e inunda el cerebro de este neurotransmisor que ralenta químicamente la percepción del tiempo y evoca memorias remotas. Por eso tenemos la sensación de ver pasar nuestra vida antes de morir. 
La vida es nada más el que tiempo en que suceden las cosas y nuestro cerebro las interpreta. Por esta razón, vivimos en el pasado. La tristeza, la alegría o cualquier otra emoción que estemos viviendo, ya pasaron por nosotros antes de existir en nuestra conciencia. Por lo tanto sobrevivimos a ellas. Y si el desenlace fuera la fatalidad ya estamos muertos, solo que aún no nos enteramos. ¿Cuál es entonces el propósito de atravesar una desdicha o animarse con una satisfacción? Quizás la ilusión de intervenir en el futuro, de viajar en el tiempo con nuestra ilusión de que esta emoción que estamos sintiendo es real. Que el amor nos compensa de cualquier ingratitud, incluso las del amor. Que al final de todo, ni siquiera vamos a estar vivos al momento de nuestra muerte.


4 observaciones :

mariana roca dijo...

qué lindo!

David Nahon dijo...

gracias mariana!

ana dijo...

emocionante

David Nahon dijo...

gracias ana!.

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