Probablemente yo fuera el más
prosaico de los dos, pero intuitivamente sabía que mis preferencias estaban
formadas en una juventud sin esperanzas, una generación que vio a Superman
-Christopher Reeve- inmóvil moviendo apenas los dedos de la mano izquierda,
agonizando en una silla de ruedas. Respecto al amor, sabíamos que Dana, su
esposa, lo sobrevivió apenas dos años más muriendo de cáncer de pulmón sin
haber fumado un solo cigarrillo en toda su vida. ¿Qué probaba esto? Quizás que
en nuestra fantasía el amor era algo que se consumaba en otra parte. O que el
amor se ensaya en la vida y se concreta en la muerte.
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